¡Oh, la saeta, el cantar
al cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
Decía Antonio Machado, cuando abria sus puertas Sevilla, por marzo en su final, con aromas de incienso, cera, y azahar; para todos regalaría vivir en esta frondosa ciudad.
En la raíz de mis huesos siento, el restregar de zapatillas, nuestro padre entre costero y costero, su madre; entre sonido de bambalinas .
No quiero parecer un poeta, solo quiero hacer sentir a los lectores; y oyentes de Serrat, cuando deleita con su Saeta, al cantar. Explica, expresa y hace llegar lo que sufrió Jesús, y tantos hermanos sobre el peso de su costal.
¡Menos paso quiero!, porque no me quiero olvidar, de los penitentes, sus cruces, sus cirios, o que hacen penitencia por solo hacerse gustar, de sentir en sus adentros, que va guiandole el camino a la señora, con su palio "plateao" al son de campanilleros y oír la inocencia de un niño al pedirle un caramelo.
Los pies que espera el dolor, del sevillano que llega a su ciudad, impaciente por ver a un solo nazareno de su hermandad, y decir, ¡ya escucho la banda!, sentir un nudo en su estómago porque llega sobre saco de costal, su cristo que lleva un año impaciente por visitar. Puedes pensar que se tiene fervor todo el año, pero para alguien que siente una hermandad, es el momento mas bonito, que se hace de esperar.
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
andas pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
Como dice Diego Benjumea en "Vivo en Sevilla":
"Si tu no has visto en Sevilla, una buena levantá,
tu no sabes de Sevilla, de la misa la mitad".
Y ahora, si me lo permiten, tras haber escrito este relato que me ha salido de dentro, invito a TODO el mundo que visite la Semana Santa de Sevilla. ¡VIVA SEVILLA!
Aquí mismo: 7antonioblanca.blogspot.com.es/
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